JUANCHO POLO VALENCIA Y LA HISTORIA DE SU CANCIÓN "ALICIA ADORADA"
Por el escritor Simón Dahil para Panorama Cultural.
La historia de “Alicia Adorada” es algo triste. Su idilio con Alicia Cantillo Mendoza empezó condenado. La madre de Alicia, Felicidad Mendoza, no estaba de acuerdo que un músico borrachín, andariego e irresponsable con el licor, fuese el compañero sentimental de su hija. A Juancho Polo le tocó prácticamente robarse a su amada, quien a lomo de mula, la trajo a Flores de María, donde dos años más tarde, en 1944, quedaría embarazada. Ése embarazo sería la razón de su deceso. Pues, una preeclampsia la llevaría a la muerte, en medio de un monte lleno de mosquitos y murciélagos que merodeaban un palo de totumo al frente de su vieja casa.
“En 1942, el disipado mozo de rasgos indígenas, desposó a Alicia Cantillo en la parroquia del Cerro de San Antonio, ubicada en el corregimiento de Flores de María, donde fueron a vivir. Dos años más tarde Alicia quedó embarazada. Mientras [Juancho Polo] se batía en una juerga monumental en Pivijay le llegó la noticia de que su esposa yacía enferma, presa de una letal hemorragia. Obligado a emprender el regreso a casa, Juancho Polo llegó a Piñuela donde le avisaron que Alicia necesitaba medicamentos. Se devolvió a Pivijay donde continuó de parranda y no salió del trance etílico sino hasta unos días más tarde cuando, al arribar a Flores de María supo que su musa estaba muerta (…)”[3]
Algunos dicen que compuso la, podríamos decir, mítica canción mientras venía a lomo de bestia; otros que la cantó espontáneamente sobre la tumba recién tapada de su adorada Alicia, aún ebrio, lleno de dolor y resignación.
Veamos un poco cómo nos cuenta Ernesto McCausland la historia de Juancho Polo cuando llegó al velorio de su amada:
“El pueblo, acostumbrado a la paz de su marginalidad, se había convertido de repente en un hervidero, cuyo sentimiento predominante era el rencor ante el marido irresponsable. Así me lo corroboró Milciades Gamarra, un terrateniente de la zona que era un niño en esos tiempos. Según Milciades, al ver llegar a Valencia sobre un caballo, aún con rastros de la borrachera de tres días, las lugareñas Crucita Gamarra y Digna Barragán le salieron al paso, increpándolo fuertemente:
— ¡Juanchopolo irresponsable, mire lo que ha pasado por culpa suya!
Antes que arrugarse por el reproche, Valencia ripostó con una frase altiva que las dejó a ellas más indignadas aún:
— ¡Doña Crucita, deme una botella de ron pa’que vea lo que traigo!
Lo que traía era Alicia Adorada, la canción que había compuesto en el camino. Valencia guió la bestia directo al cementerio y ante la tumba fresca de Alicia, por primera vez cantó la canción. Eran las cuatro de la tarde.
Varios de los viejos de Flores de María coinciden en el relato de aquel instante. El pueblo entero se volcó silenciosamente sobre aquel cementerio sin gloria, ubicado sobre una pequeña loma, y presenciaron la primera interpretación de Alicia adorada. A Valencia le temblaba la voz, pero cantaba con determinación”.
Como vemos, Ernesto recoge las dos versiones que antes planteábamos, de igual forma nos da algunas luces extras que nos hacen entender como fue el suceso real, corroborado por la infalible fuente de los viejos locales de Flores de María.
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